El escritor y profesor Pablo Gutiérrez dirige desde hace seis años una compañía teatral juvenil en su centro, el IES Juan Sebastián Elcano, en la que estudiantes de entre 13 y 16 años tienen la oportunidad de “acercarse a la creatividad literaria a través de una herramienta dinámica y nada innovadora como es el teatro, pero que muchas veces olvidamos en los programas educativos”. El enseñante defiende el teatro como una de las herramientas más útiles contra el individualismo que promueven las redes sociales, algo que inculca a sus alumnos del Club de Teatro, como denomina al grupo que realiza esta actividad en horario de recreo del instituto o por las tardes.
“Una de las cosas que pasa en un instituto es que el individualismo arrasa con todo: el deseo de destacar, las redes sociales… y el teatro va en contra de todo esto. El teatro sin comunidad no existe. Aunque sea un monólogo, detrás hay una compañía”, explica.
“Además, el teatro no se puede reproducir. Aunque tengamos fotos muy bonitas, vídeos en redes, el teatro es perfectamente analógico. Podemos tener recuerdos, un vídeo de una escena, pero cuando las grabamos comprobamos que nunca nos gusta, que todo está mal dicho, y cuando lo vemos en directo estamos encantados. De hecho -añade- hay un auge del teatro en los últimos años, y donde hay funciones es difícil encontrar entradas. Ya existe un turismo cultural para ver representaciones en Madrid o Barcelona. Eso existe porque creo que es algo que no se puede reproducir”.
Las facetas de escritor y profesor de Pablo Gutiérrez confluyen en su juvenil grupo teatral, para el que encuentra con el teatro dos herramientas prácticas, “la compensación contra lo digital por su carácter analógico y la lucha contra el individualismo, porque el teatro exige de una manera muy pura trabajar con el otro”.
Este curso que acaba determinar, la decena de chicas y chicos que ha formado el grupo teatral -Rebeca, Noberto, Julia, Ale, Xiana, Irene, Noelia, Julián, Laura, Cristina- han preparado y representado la obra ‘Dislike’, una serie de monólogos al estilo del stand-up comedy en los que los jóvenes expresan sus inquietudes. Representan a un grupo de chavales que se quieren ir de fin de curso y no lo consiguen, y en medio de este hilo conductor la acción se para y cada uno cuenta sus historias, en las que se reflejan la validación en redes sociales, el amor, la angustia por las notas, la presión de los padres…
“Son 45 minutos muy intensos, en los que los asuntos que tratan son muy verdaderos para el público juvenil, ya que están confeccionados por ellos mismos, más allá de que yo les haya escrito los textos”, cuenta el dramaturgo. Han hecho cinco representaciones.
Esta actividad escolar incluida en los programas de animación a la lectura se inició hace seis años con Cyrano de Bergerac, una experiencia que posteriormente Gutiérrez convirtió en un premiado libro juvenil.
Ahora llega el fin de curso, los integrantes del grupo se han hecho amigos, pero puede que el curso próximo sus diferentes inquietudes y los estudios les lleven por otros senderos. Unos saldrán del club y otros se incorporarán, pero el teatro seguirá siendo la misma herramienta cooperativa y analógica que hace siglos.