Ni la calidad ni el éxito se miden por la cantidad de público o por el eco del que se hagan los medios de comunicación. Si así fuera no habría mucho que decir del Santo Fest. No es el caso. La octava edición de este festival semanasantero fue un bonito encuentro de la música rock para un nutrido grupo de disfrutones que siguió las evoluciones de las cuatro bandas que, con su estilo y sus propuestas diferentes, convirtieron el centro de congresos en una gran sala.
A Tiro, Pájaro -que fue de menos a más-, The Smoggers -con su peculiar sonido- y los Bourbon -esperados anfitriones- dieron un respiro la tarde noche del sábado a todos aquellos deseosos de oir música en directo.
La organización preparó el recinto y puso los medios, pero no respondió toda la gente que se rebela por la falta de iniciativas de este tipo. Mejor, los que asistieron disfrutaron sin apreturas de ese oasis -como dijo aquel- en el que se ha convertido el Santo Fest. Que perdure.