Madame Troncoso
Por Nicolás Montoya
A beneficio del Centro de Atención Temprana de la Costa Noroeste, la orquesta, coro y solistas de la compañía Staff Opera Club, pusieron sobre la arena de la plaza de toros de Sanlúcar de Barrameda la ópera Madama Butterfly de Giacomo Puccini. Una producción de calidad, de una compañía gaditana con sede en Sanlúcar de Barrameda. Tomen nota los programadores.
Dentro de un espectáculo adaptado a un entorno como una plaza de toros se logró dibujar un espectáculo homogéneo, redondo y Pdigno. El personaje principal que sostiene la obra dos horas cantando, Cio-Cio-San, fue interpretado por la soprano Ana Troncoso. La identificación de Ana Troncoso con la protagonista de una de las óperas más famosas de Giacomo Puccini es total y absoluta. Lleva diez representaciones de Madama Butterfly, algo poco usual en los tiempos que corren y oírla es meterse de lleno en las emociones intensas por las que transita el personaje, pero sin artificios, con voz fresca, clara y franca, dibujándonos a la perfección el alma y el drama de la pequeña japonesa. Su voz es lírica con cierto cuerpo. Destaca la homogeneidad de registros, con graves bien colocados y sonoros y un registro agudo fácil y caudaloso con buen concepto del canto y fraseo compuesto. Todo ello sumado a que la principal arma de la Troncoso son sus dotes interpretativas, de gran actriz y caracterizadora que la convierten en una soprano siempre interesante. Atacó «Un bel dì vedremo» en pianissimo como está mandado y lo desgranó con progresiva intensidad, obteniendo una gran ovación del público. En “Che tua madre dovrò” puso en juego su poderoso registro grave dotando a la escena de absoluta credibilidad y patetismo. El “Dormi amor mio” coronado con un si natural filado en pianíssimo fue espectacular; y en una línea consistente podríamos seguir enumerando sus comprometidas y acertadas intervenciones. El tenor Javier Fernández, siempre con presencia escénica y una voz con seducción tímbrica, está a la altura de las exigencias del no largo, pero sí duro papel de Pinkerton, uno de los villanos más inmisericordes de la ópera. Su timbre brillante y atractivo, con agudos bien colocados tanto en su aria de presentación como en la corta intervención del final, lo convierten en un cantante muy adecuado para este papel. La Suzuki de Inmaculada Salmoral es de manual, interpretación muy cuidada, dando siempre el contraste a la protagonista con su voz oscura, aterciopelada a veces y arrolladora e incisiva cuando el drama lo requiere. Gran lección de canto en su dúo de las flores con Butterfly. A gran altura se vivió el Sharpless de Hilario Abad, un excelente barítono, con un timbre bello, noble y sonoro y un canto elegantemente pucciniano. En el aspecto dramático completó una magnífica caracterización dramática del cónsul. Puso en juego todas sus dotes actorales y no desaprovechó ningún acento ni ninguna matización para expresar toda la humanidad del personaje. Buen nivel del reto, como el tenor Juan Antonio Fosela, con una potente voz y excelente interpretación de Goro el casamentero; Jesús Velázquez, el príncipe Yamadori, con una voz joven de tenor muy interesante; David Quirós, con la voz rotunda que requiere el tío Bonzo y Mónica Padilla, una elegante y acertada Kate.
La dirección musical de Juan Manuel Gallego ofreció una lectura que sostuvo la estructura dramática de Madama Butterfly, llevando a cabo una buena labor orquestal, con sus precisas dosis de emoción y atento siempre a los cantantes. Desplegó una amplísima gama de colores y dinámicas. Los metales fueron los más destacados de la noche así como la percusión. Impecable el solo de viola del coro a bocca chiusa, e impecable también el Coro de Staff Opera Club en este difícil y delicado número que se llevó la ovación del público. La producción de Staff Opera Club de Madama Butterfly es un montaje “clásico” y conforme a libreto. Un único escenario, que representa el exterior de la casa de Cio-Cio San, cuenta con una superficie central de madera a modo de piso, en la que se deslizan unos paneles por los que entran y salen los cantantes. En frente tiene el mar y desde allí se divisa Nagashaki. La dirección de actores de Chatono Contreras es francamente magistral, estando todos los personajes minuciosamente delineados. La iluminación muy evocadora, acompañando siempre los claroscuros de la tragedia haciendo una oda a los sentidos de una noche calurosa. Se consolida por segundo año consecutivo esta iniciativa operística veraniega en la Plaza de Toros de Sanlúcar de Barrameda con éxito. Esperamos que el verano que viene Staff Opera Club vuelva a sorprendernos.