Ropa usada desparramada en medio de la plaza, junto a la cafetería.
Todo el que pasa mira ese montón de trapos usados, de los que se han desprendido no por caridad, sino por aligerar armarios y cajones.
Una yonqui acaba de escarbar en ellos y al parecer y ha encontrado algo que podrá usar o vender —siempre hay un necesitado más necesitado todavía—. Poca cosa. En su búsqueda ha esparcido el montón, augurando de seguir así un basurero de trapos.
No sólo a los pies de esa especie de contenedor rojo auspiciado por Caritas la soez acumulación se amontona. También en lo alto se depositan bolsas con ropa o a saber qué restos del consumo humano.
En plena Plaza de la Paz, en Sanlúcar de Barrameda al lado mismo de la Plaza de los Condes de Niebla y la Iglesia de la O, también de la antigua cárcel restaurada, para destinarse según se dice a Centro cívico y cultural.
Este desastre es admirado a su paso por vecinos y visitantes.
¿Imagináis a quien culpan y el regocijo de quienes culpan?
Y no se trata de buscar culpables, sino de impedir que el noble barrio alto de la noble Sanlúcar parezca un barrio de Calcuta.
Cristóbal Puebla